Este 24 de marzo se cumplen 35 años del golpe de estado genocida. Hace 35 años las Fuerzas Armadas daban inicio a la dictadura que marcaría un punto de inflexión en la historia del país. El terrorismo de estado y las transformaciones sociales y económicas torcieron la balanza a favor de las clases dominantes, el capital transnacional y los intereses imperialistas. Pero sobre todo, con esa dictadura, los sectores dominantes dieron por tierra con una generación de militantes que dio la vida por transformar la realidad.
30.000 desaparecidos/as fueron necesarios/as para barrer con derechos conquistados por años y años de luchas de los sectores populares. Los gobiernos posteriores las apañaron y nutrieron, consolidando el programa neoliberal.
Una vez más, el recuerdo de los/las 30 mil no es para nosotros una consigna, sino un motor para continuar su lucha en el presente.
Cada 24 debemos volver a preguntarnos por las causas y por las consecuencias de este periodo histórico horroroso pero también preguntarnos: ¿de qué nos sirve una memoria de aquel horror y de lo que perdimos aquellos 7 años, si no tiene a su vez un alcance político hoy, en la Argentina contemporánea? ¿El recuerdo de los 30.000 se limita a repetir sus nombres una y otra vez, o se trata de hacernos cargos de sus banderas de lucha y continuarlas en el presente?
Por eso NO PODEMOS DEJAR DE DECIR que a 35 años del golpe nuestro pueblo sigue padeciendo las consecuencias de un régimen social y económico que actualmente mantiene aquella matriz neoliberal que impuso más injusticia y más explotación. En medio de resultados macroeconómicos que marcan records en la recaudación fiscal, en la actividad económica y en las ganancias de las grandes empresas, buena parte de la población es jaqueada por el hambre y la miseria, agravados por la inflación creciente; un gran sector de los trabajadores y trabajadoras sufren la precariedad y están lejos de lograr un salario digno; miles de familias no pueden acceder ni a la vivienda ni a la salud; las comunidades originarias y campesinas son desplazadas sistemáticamente de sus tierras y los jóvenes siguen peleando por la educación pública.
La vigencia de los derechos humanos no se juega sólo en el juzgamiento a los genocidas de la dictadura. Es una pelea que como pueblo perdemos cuando la patota sindical sigue actuando y es capaz de asesinar a un militante como Mariano Ferreira, cuando las fuerzas represivas del Estado reprimen y asesinan a los hermanos Qom, con cada pibe asesinado por el gatillo fácil de la policía, cuando Julio López, Luciano Arruga y tantos otros siguen desaparecidos, cuando hay mujeres desaparecidas para ser usadas por las redes de trata, y cuando siguen también desapareciendo niños…
El 24 de marzo es una fecha de memoria y pelea contra el olvido, pero es sobre todo una fecha de lucha donde todas las banderas de juicio y castigo a los genocidas de ayer y de hoy, de exigencia por un salario justo, por derecho a la tierra, a un trabajo decente, por derecho a estudiar y acceder a la salud, a una vivienda y un ambiente dignos, por pedir justicia por esos tantos desaparecidos en democracia así como por los pibes asesinados por gatillo fácil tienen que estar más presentes que nunca; todas esas banderas se alzan y salen a las calles un mismo día.
Por eso hoy como ayer, todos los días, seguimos luchando, construyendo poder popular en la universidad y con el campo popular que desde otros espacios, damos batalla por el cambio
social.
Presidencia del Centro de Estudiantes de Trabajo Social.
SECRETARIA DE DERECHOS HUMANOS Y GÉNERO
ESTUDIANTES CRITIC@S DE TRABAJO SOCIAL.
